¿Mi relación con los hombres?
Honestamente era pésima y... cortas.
En ese entonces no sabía si era por mi o por ellos.
Aunque muchas veces creí que la culpa era mía. ¿Estaba haciendo algo mal y no me daba cuenta de ello? ¿Qué había mal en mí?
Físicamente les gusto a los hombres.
No tengo el rostro exótico de Salma Hayek o Penelope Cruz; una boca sensual como la de Angelina Jolie, piernas largas como Cameron Díaz, la sonrisa de Julia Roberts, los ojos de Carmen Elektra o el cuerpo de Naomi Campbell; ni tengo la sofisticación de Nicole Kidman pero soy una mujer atractiva. Con mis atributos bien puestos, no me menosprecio.
Tengo 1,68 (nada mal, pienso), mi cabello es cobrizo y con rizos (mi perdición a la hora de peinarme y arreglarlo), tengo ojos verdes (uso lentes de contacto, sin ellos no vería nada a dos metros de distancia), ejercito tres veces por semana (mi lucha para alejar las grasas mal venidas) soy vegetariana (tristemente renuncie a las hamburguesas hace tres años), me gusta vestir bien, en su orden: formal en fiestas, informal en reuniones con amigos. Tengo un Versace en mi armario, un Dolce&Gabanna, un conjunto Valentino y una colección de zapatos que daría un infarto a cualquier mujer con amor incondicional a ellos.
¿Loca por la moda? Me atrapaste. Trabajo de asesora de modas.
¿Qué más puede pedir una chica? Trabajar en lo que le gusta. Y mejor aún si paga las cuentas y mantiene una casa.
Vivo en Denver, Colorado, un lugar muy bello. Y tengo una súper amiga: Maddy Hamilton. Maddy es como una hermana para mí. Es masajista y tiene novio, él le lleva diez años, tipo Richard Gere. No creo que dure, él apenas puede seguir el ritmo de Maddy.
Y regresando a mi vida amorosa… la historia comienza un año atrás.
Yo estaba conforme con mi vida (felizmente pensaba) hasta que los astros complotaron y conocí a…
Aries: Zhan Clivett. Lo conocí una tarde normal de enero.
Yo era gerente en mi primer trabajo. Recuerdo que estaba muy contenta, estaba trabajando en mi campo y era buena en lo que hacía. Una tarde apareció Zhan en la tienda y definitivamente captó toda mi atención. Me puso nerviosa pero era algo que podía controlar, me pidió algunos consejos.
Después de que sus ojos me repasaran por entera, se quedaron clavados en los míos.
–– ¿Puedo ayudarte en algo? –– pregunté.
––Claro que sí ––sonrió suavemente––. Necesito un traje. Esta noche tengo una cena importante, un compromiso.
–– ¿Un compromiso? ––por dentro suspiré como adolecente, su corazón ya tenía dueña––. Así que… pronto escucharemos campanas de iglesia.
––Sí. Así es. Necesito algo elegante. La cena será en Spago.
––Ya veo. Le pediré a Lucy que busque algo ––dije en tono profesional y comencé a retirarme.
–– ¿No puedes hacerlo tú? ––su voz sonó esperanzada.
––Yo soy la gerente. Pero si hay algún tipo de problema, avíseme y regresaré.
––Ya hay un problema. La necesito.
–– ¿Qué?
Sin perder la sonrisa me dio otra mirada apreciativa.
––Te vistes muy bien. Eso me gusta, una mujer con estilo. Pienso que no hay nadie mejor que tú para asesorarme.
––Estoy bastante ocupada ahora ––puse como excusa––. Lucy te ayudará.
–– ¿No puedes reemplazarte? Por favor.
––Esta bien ––accedí––. Probemos algunos trajes. Por aquí.
Zhan había insistido y como verán no fui capaz de negarme. Era muy sexy y tenía una boca increíble, debía besar como los dioses. Su cuerpo era atlético, tenía el cabello oscuro, largo hasta los hombros. Una mirada profunda, una mirada que te ponía a mil. Pero estaba comprometido con otra mujer.
Pasamos juntos el día, él se probó casi todos los trajes de la tienda hasta que dijo:
––Creo que lo encontré, ¡Es este!
––Coincido, naciste para este Armani.
–– ¿Te gusta?
Carraspee.
––Claro… te queda muy bien.
––Lo que quise decir es…
Lucy se aclaró la garganta, interrumpiendo.
––Tienes una llamada, es urgente.
Miré a Zhane.
––Ya vuelvo.
––Te espero.
Cuando tuve el auricular contra mi oído el llanto inconsolable de Maddy casi me deja sorda.
–– ¿Qué paso? Maddy… cálmate por favor…. ¿Qué fue lo que paso?
––Hablamos y hablamos… él llego a la conclusión de que debíamos separarnos por un tiempo.
–– ¡Dios mío!
––Eso me sonó a lastima… ––acusó.
––No, Maddy, ¡ay! no sé qué decirte, lo siento.
––No, yo lo siento. Estas ocupada. Hablamos más tarde.
––Te veo luego.
Ya lo había predicho, no duraría mucho con Richard Gere. Regresé y Zhane estaba esperándome pacientemente.
–– ¿Problemas con algún novio?
––Una amiga que tiene problemas con el suyo ––Me di cuenta que tenía una bolsa a los pies––. Veo que ya pagaste por el traje.
––Sí.
Suspiré. Hora de decirle adiós al hombre sexy.
––Te deseo mucha suerte y que esta noche salga perfecto ––le extendí mi mano, él la cogió pero no la soltó.
––Bueno… me preguntaba si querrías salir algún día.
Arranque mi mano de la suya.
–– ¿Es una broma? ––le grité. Seguro parecía un volcán en erupción––. No puedo creerlo… ¡eres un embustero!
–– ¡Pero que hice!
–– ¿Qué hiciste? ¡Estás a punto casarte! ¿Y sigues coqueteando con otras mujeres? ¡Increíble!
––Coqueteando… que palabra ––reía.
––Bueno… seduciendo, ¿esa te gusta más? ––le estaba gritando en medio de la tienda.
––No entiendo porque te pones así ––me tomo de los hombros y antes de que pudiera gritarle más, me dijo––: Es mi hermana la que se casa, no yo, discúlpame si no te lo aclaré antes.
––Ay, dios… lo siento… por todo lo que te dije, por gritarte…
––Te perdono si sales conmigo esta noche.
–– ¿Seguro? soy una lunática como habrás descubierto.
––Estoy 100% seguro.
Esa noche fue inolvidable. Él era genial. Se portó como un caballero y me gustaba que siempre dijera lo que pensaba. Fue fabuloso bailar y hablar con alguien toda la noche… que te preste especial atención. Al final de la noche y cuando pensé que no me besaría, me acorralo contra la puerta y me besó ardorosamente. Me sentí borracha… o quizás fuera por las copas de champagne. Decidí que era por ese beso, él sí besaba como los dioses. “Preferiría un solo beso de ti que el amor de mil mujeres” solía decirme y me encantaba que me lo dijera. Sin embargo, nuestra historia llegó a su fin.
Su trabajo acabó con nuestra relación, fue inevitable. Él se marchó a Japón por su empresa y a mí me quedaron los recuerdos. Cuando su avión partió no evite llorar.
Tauro: Evier D`Ledger. Lo conocí a comienzos de una fría mañana de marzo.
Con Maddy tuvimos la oportunidad de irnos a trabajar a Ohio. Conseguimos una casa muy bonita y espaciosa. Mi nuevo trabajo quedaba cerca. Brides&White era una tienda exclusiva para novias, aunque nunca me imaginé de blanco, siempre creí que los vestidos de novias son mágicos. Mientras que Maddy trabajaba en un Spa por las tardes, yo salía por las mañanas a la tienda. Aquel día mi querida amiga olvido poner la alarma.
Me subí al auto y maneje a toda velocidad, reconozco que no soy muy buena conductora y menos estando bajo presión. Evier estaba con su auto esperando el semáforo, yo fui incapaz de frenar antes de chocarlo desde atrás. Ambos enloquecimos.
–– ¿Estás loca? ––vocifero cuando me enfrento.
––Perdona, venía muy distraída… ¿estás bien?
–– ¡Yo sí pero mi auto no! ––dijo furioso.
––Lo pagare. Cualquier daño… ––le dije mirando la abolladura.
––Perdona si te grité ––me dijo segundos después, arrepentido pero el ceño seguía en su rostro–– Me costó conseguir este auto… es costoso.
––Lo juro… te pagaré… ––sacudí la cabeza pensando en que podría haber sido peor––. Qué horror de conductora resulte ser.
––Bueno… no es tan grave.
Intercambiamos datos del seguro. Por suerte a él se le paso la bronca. Cuando se giró para ir al auto me mostro un culo espectacular.
––La próxima vez, se mas precavida y mira por dónde vas.
Cuando estuvo de nuevo ante el volante, sonreí un poco y dije en voz alta:
–– ¡Dios, qué bello es!
Evier resultó ser un hombre tranquilo (a pesar de que creí que me comería viva cuando casi destruí su auto), me gustaban sus ojos, de un verde lima (sobre todo en la cama) era una mirada que me calentaba la sangre. Pero también tenía otras buenas cualidades: me escuchaba y comprendía. Y me cuidaba (a veces pensaba que exageradamente). Pero eso lo descubriría mucho después.
Gracias a ese pequeño choque de autos me invito a salir. Nuestra primera cita fue ir de paseo en bicicleta (quizás me creía una loca al volante y optó por las dos ruedas para estar a salvo), en fin, pasamos una tarde maravillosa. Hablamos de nuestros trabajos y por ultimo de cada uno. Como ya sabrán, terminamos juntos. La pasábamos muy bien a pesar de que era obstinado, nuestras peleas eran geniales y el sexo de reconciliación mucho mejor. Pero al final descubrí que no funcionaria, él era una persona celosa (no exagerada) pero no me sentía cómoda con eso. Yo tenía amigos varones y eran solo amigos pero a Evier no le gustaban y yo no pensaba dejar mis amistades por sus tontos celos. Los dos explotamos durante una discusión, rompimos, tuvimos sexo y cada uno opto que lo mejor sería ir cada uno por su camino. Tiempo después me contaron que ese día iba a proponerme matrimonio.
Pero ahora ya no importa, lo único que sé es que lo ame hasta el final.
Géminis: Jhonas Benzon. Lo conocí estando deprimida por mi anterior ruptura, a mediados de Mayo.
Fue uno de los amores más lindos que tuve tras mi fracaso con Evien. Vino en uno de mis peores momentos.
Maddy creyó que debíamos cambiar de aires, Nueva York era el sitio ideal. Entonces juntamos todo y nos mudamos. Una tía (la solterona de la familia) me ofreció un departamento increíble en Manhattan el lugar más caro de la Gran Manzana. Maddy consiguió un puesto en Aire Ancient Baths, en el centro. Estaba emocionada por ello. Yo no lo hice tan mal tampoco, obtuve un trabajo en Saks Fifth Avenue, uno de los grandes almacenes de la ciudad. Sentía que todo iría bien y en parte mis sentidos no se equivocaban.
Maddy organizó una fiesta, invito a amigos (hasta gente que no conocíamos), ella era la mejor para organizar y animar reuniones. Invitó a un chico que le gustaba mucho, cometí un error:
–– ¡Maddy!
–– ¡Hola chicos! Qué bueno que vinieron.
––Que fiesta increíble.
Al ver al bullicioso grupo que transpuso la puerta, yo solo esperaba que ningún vecino llamara a la policía y la fiesta terminara temprano.
––Pasen y diviértanse ––Maddy cambio su expresión “normal” a una de “enloquecida”––. ¿Lo viste?
–– ¿A quién?
–– ¡A George!––me tomó del brazo y no fue nada disimulada cuando señalo a mi izquierda––. Aquel, es ese de allá.
Ladee la cabeza y fruncí el ceño.
––George… déjame decirte que es un desastre de la moda. ¿Podría darle algunos consejitos no? ––dije.
–– ¿Te parece?
Me reí y Maddy puso los ojos en blanco.
–– ¡Es chiste!
––Estas chistosita esta noche…––volvimos a mirar al tal George. Maddy torció el gesto pensativa––. ¿No te parece muy viejo para mí?
Me pregunte que le pasaba con los hombres mayores, nunca lo sabría.
––No. ¿Es viejo?––achique los ojos–– No lo parece. Es… lindo… harían una bonita pareja.
Maddy soltó un ruidoso resoplido.
––Tú hablas del hijo, yo de su padre.
–– ¿Su padre? ––chillé.
––No levantes la voz…––advirtió mi amiga.
––Lo siento. ¿De verdad te gusta?
––Estoy loca por los huesitos de George.
–– ¡Fósiles!
–– ¿Otro chiste?
––Sí. Me salen espontáneamente esta noche.
––Y… a ti te parece lindo su hijo. Mira cómo te observa…
Gracias a Maddy conocí a Jhonas. Le gustaban las fiestas, era divertido y la pasábamos bien juntos. Tenía una sonrisa alucinante y siempre tenía una historia que contar. Lo que necesitaba en esos momentos. Ese día en la fiesta la pasó fatal, su padre y Maddy juntos bailando y besándose en los rincones.
–– ¡No me lo puedo creer!
––Yo… bueno––lo mire con pena––, yo ya estoy acostumbrada. A Maddy le gustan los hombres mayores.
––Mi padre se me pego como lapa y tuve que traerlo ––me miro con una sonrisa que desmayaba––. Acaba de divorciarse y pues… estaba triste. Y ahora míralo… bailando como un adolecente.
––Sí. Maddy le hará olvidar los malos tragos.
––Eso espero ––me dio una mirada… caliente––. Así que acabas de mudarte.
––Sí –– ¿Mi voz había sonado temblorosa?––. ¡Estoy contenta y ansiosa por hacer amigos!
––Seré tu amigo, si quieres o algo más.
––Eh… yo…––mi lengua se trabó ridículamente.
––Es broma… ¿te hice sentir incomoda?
––Si ––me reí nerviosamente––. Un poco.
––Tal vez me llames algún día ––me dio su tarjeta––. “Sin compromisos” ¿Qué dices?
––Puede que te llame ––le conteste tras tomarla.
Se inclinó hacia mí y beso mi mejilla con increíble lentitud. Dejando su marca caliente en mi piel.
––Me llamaras. Lo sé.
Tenía razón, lo llame.
Jhonas tenía cierta chispa que para mí era irresistible. Iba por la vida con una confianza y alegría que me termino atrapando. Le di una oportunidad o me quedaría con la duda toda la vida. Quizás, solo quizás, podría ser el hombre de mi vida.
Pero como era de esperar algo salió mal. Él tenía que viajar a Marsella para cobrar una importante herencia, pero no solo eso, debía que quedarse y vivir en la mansión familiar o de lo contrario los bienes pasaban a su primo. Antes de marcharse me hablo con seriedad, dijo que me amaba y quería que fuera su esposa. Me pidió matrimonio pero yo estaba confusa, todo me resultó demasiado rápido, tenía que pensarlo.
Jhonas me dijo que tenía un día, su vuelo salía en 24 horas.
––Piénsalo, mi vuelo sale a las 9 ––coloco un mechón de mi cabello detrás de mí oreja. Estábamos en la cocina––. Si llegas, nos vamos juntos… de lo contrario me iré solo. Te amo y pase lo que pase, estamos bien, ok?
Él se iba, solo o sin mí. Lo que sucedió después es algo que apenas recuerdo. Tal vez el dolor que sentí era tal que mi mente lo bloqueo en parte. Decidí correr detrás de Jhonas pero no alcance el avión. Tal vez todo hubiese resultado diferente si no dudaba. Si apostaba por él pero no lo hice y ese fue el final.
Tras un tiempo me transfirieron a Rhode Island y lo acepté encantada. Maddy dejo a George y se vino conmigo.
Los días pasaron y yo vivía en la rutina de siempre: de casa al trabajo y del trabajo a casa. Hasta que un día vi un rayito de luz.
Cáncer: Ephran Aplegate. Un hombre tan cálido como tierno que llegó a mitad del mes de Agosto.
Él era mi compañero de trabajo, así que estábamos juntos casi todo el tiempo: Comíamos juntos, hablábamos de todo, deportes y hasta moda pero yo no tenía interés romántico en él. Y entonces un día preparando unos pedidos de trajes me besó:
––Lo siento ––dijo al ver mi rostro sorprendido––. Pero ya no aguantaba. O te besaba o me moría.
Con esa frase me conquistó. Con Ephran vivimos dos meses esplendidos, dos meses… y llego la oportunidad para irme a Londres, Inglaterra. Él no quería que dejara pasar ese gran trabajo así que ambos acordamos que debía ir. Nos despedimos en buenos términos, nos queríamos pero ninguno estaba locamente enamorado como para desperdiciar las oportunidades laborales.
Como siempre, Maddy vino conmigo, decía que podía hacer masajes en cualquier lugar. Iba decidida a ser la masajista personal del príncipe William.
Así que deje a Ephan en Rhode Island y me fui a Londres por otra posible aventura.
Con mi amiga alquilamos una casa en Londres, me iba bastante bien, no podía quejarme. Maddy consiguió novio, aunque parecían padre e hija, se notaba que estaban muy felices. Los dos me invitaron a un coctel, al principio no pensaba asistir pero luego pensé que mi rutina de mirar TV y comer bolitas de queso debía acabar. Era patético. Así que me vestí y fui al coctel donde me encontré con los ricos y famosos de la alta.
Me servía un trago cuando Collet apareció.
–– ¡Viniste!
––Hola Collet, como estas?
Nos dimos un beso en las dos mejillas.
––Estupenda. ¿Qué te parece la fiesta?
––Todo un lujo.
––Debo agradecer a Maddy por traerte ––me sonrió–– .Y a ti por aconsejarme tan bien con mi vestuario.
––Te ves despampanante ––la halague.
––Sabes, voy a presentarte a alguien, no te vayas.
La protesta me quedó colgando de la lengua. Joder, pensé, no quería conocer a alguien en ese momento. Solo quería pasarla bien esa noche, nada más. Pensaba en ello esperando a Collet y tomando mi copa cuando alguien choco conmigo. El líquido termino en la pechera de mi vestido. Corrí al baño y trate de quitarme la mancha:
–– ¡Dios mío, no! No mi Valentino…
––No sabes cuándo lo siento…––dijo una voz masculina detrás de mí.
––Pero… que… –– Mire al hombre reflejado en el espejo, asombrada por su descaro––. ¿Qué haces en el baño de mujeres? ¡Vete!
Él se mostró verdaderamente apenado, estiro una mano y luego al ver mi rostro furioso la bajo.
––Es mi culpa, estaba escapando de una horrible mujer y tropecé contigo.
–– ¿Fuiste tú?
––Sí ––se meso el cabello––. Saliste corriendo, te perseguí y aquí estamos.
––En el baño de damas ––dije entre dientes y continúe frotando un pañuelo mojado en el frente del vestido para quitar la mancha de vino––. Vete ya.
––Lo lamento.
––Si, yo igual.
Y entonces se fue.
Leo: Guy Archer. ¿Qué puedo decir? De ese incidente en noviembre salió algo positivo.
Tras dejar el baño con mi vestido casi seco, él se la pasó mirándome toda la noche. Para algunas mujeres puede resultar agradable pero a mí me molesta que lo hagan. Cuando al fin se me acercó, mi enojo se esfumo y terminamos hablando y riendo. Así me encontró Collet y me presentó a su primo. Guy le dijo que yo era su novia, me alivio puesto que el primo de Collet era un hombre pequeño con anteojos, nada atractivo, que de lo único que hablaba era de dinero. Guy me tomo la mano y me saco de allí a toda velocidad.
Me llevo a una linda cafetería, tomamos capuccino mientras hablábamos de nosotros. Con el tiempo comenzamos a salir. Guy era apasionado en todo lo que hacía, era mi sol de Londres. Y le encantaba impresionarme: Íbamos a navegar, a cenar en lugares exclusivos, al teatro… todo iba perfecto.
Hasta que un decidí darle una sorpresa.
Sabía que como era viernes estaría en el yate, así que salí temprano del trabajo y conduje hasta los muelles. Y fue cuando lo vi, sin bajar siquiera del auto, sentada desde donde estaba podía verlo perfectamente: hablaba con una mujer rubia y ella lo tomaba de la mano como si fueran viejos conocidos. No se me pasó desapercibido que lo único que ella llevaba puesto era una mini bikini y que le sonreía. No pude ver más, así que me fui, aceleré mi auto sintiendo un dolor espantoso. Uno que pensaba jamás iba a volver a sentir.
Llegue a casa llorando, Maddy me abrazó y no dijo nada, seguro temía preguntarme. Pero lo sospecho cuando le dije que no quería volver a ver a Guy. Cuando me repuse, llame a Collete y le dije que quería ser transferida a otra empresa de inmediato. Casualmente habia un puesto vacante en Maine, Estados Unidos. Volvería a mi país. Así que empaque, me marcharía de inmediato.
––Escucha, amiga, y si las cosas no son lo que parecen… ¿y si él no te engaño?
––Bueno, nunca lo sabremos ––arroje mi ropa con furia dentro de mi maleta––. No quiero saberlo, Maddy.
–– ¿Estas segura?
––Me quiero ir.
Sentada en el avión me permití pensar en él, la imagen de esa mujer y Guy juntos se me vino a la cabeza, me pregunté porque me engaño y no obtuve respuestas. Le pedí a Collet que si preguntaba por mí, le dijera que no sabía dónde había ido y que no quería volver a saber nada de él.
Pasé dos meses dedicada a curar mi corazón, a olvidarlo. A diario recibía correos de Collete, ella decía que Guy estaba muy deprimido pero yo no caería de nuevo en sus engaños. Ya había tenido suficiente. No volvería a Londres jamás.
Llegue a la conclusión que nunca me fue mal en cuestiones laborales, mis problemas eran del corazón. A veces me equivocaba, otras huía…y a pesar de que me decía, basta de hombres alguien siempre aparecía en mi vida.
Virgo: Joe Silver. Mi vecino en Maine, un insoportable que conocí a principios de diciembre.
Las mujeres desfilaban por su puerta, hacia fiestas todos los días y su perro estaba decidido a destruir mi pequeño jardín, y por eso lo enfrente:
–– ¡Hola! ––Un hombre atractivo abrió la puerta y tras quedarse mudo por unos minutos, preguntó––: ¿Quién eres tú?
––Soy tu vecina. Tenemos que llegar a un acuerdo o voy a matarte ––le dije entre dientes.
–– ¿Una cita conmigo?
––No. ¡Vivir en paz! Basta de escándalos hasta las seis de la mañana… basta de que tu perro haga hoyos en mi jardín…
––Eres directa…
Yo seguí hablando como posesa, estaba harta de todo.
––Quiero tener una buena noche de sueño y al día siguiente no tener ojeras bajo mis ojos…
––Unos ojos muy bellos por cierto… cálmate mujer, te invito a cenar, ¿quieres?
––No. Gracias ––me gire, era inútil continuar hablando, este tipo no entendía––. Si continúan molestando, llamare a la policía.
Lo escuche corriendo detrás de mí.
––Oye, espera… lo lamento…
Lo corte con un grito:
–– ¡Quita a tu perro de mi jardín! ––el pequeño animal escarbaba en la tierra arrojando tierra hacia todas partes––. Lo está arruinando.
––Mickey… ven aquí ––él corrió a buscarlo.
Pero al parecer Mickey no quería dejar de escavar su hoyo, entonces vi un hueso de juguete:
––Mira, aquí está su juguete ––dije enfadada y lo arroje tan fuerte que golpe en la cabeza a Joe. Él cayó hacia delante y no se movió.
–– ¡Dios mío! ¡Lo mate!
Joe era un hombre interesante, guapo y siempre llegaba puntual a las citas. Ocurrente, contaba los chistes más desopilantes. Y siempre quería tener la razón en todo, eso me desquiciaba. ¿Juerguista? No. Ese era su hermano gemelo, era él quien no me dejaba dormir por las noches. Por supuesto, él no lo sabía porque trabajaba como enfermero en un hospital por las noches. Desde lo sucedido con el juguete de Mickey, no pude dejar de pensar en él y de reírme. ¿Cómo termine saliendo con él? Bueno, nuestra primera cita fue un poco… fuera de lo común: cenamos en la terraza del hospital.
Se suponía cenaríamos en un lugar chic pero como estaba de guardia se las ingenió para preparar una mesa, con velas y rosas… la luna y las estrellas eran un escenario de lo más romántico.
Y allí estaba yo con un vestido Carolina Herrera y zapatos Gucci frente a él que vestía su uniforme verde de enfermero. “Nunca hice esto por ninguna mujer” me confesó, y fue tan genuina la manera en que lo dijo que no lo dude. Fueron dos semanas increíbles, y digo fueron porque no duramos mucho. No porque no funcionara sino por un sueño.
Hace un año Joe decidió ofrecerse como voluntario para ir a África con la Cruz Roja, él creyó que la respuesta no llegaría nunca pero llegó. Yo sabía que ese era su sueño y yo iba a permitir que lo cumpliera.
Estaba en calma, iba a extrañar a Joe pero sentía que era como las cosas debían ser.
Dos días después Maddy me propuso irnos de vacaciones. Sus padres me invitaron a pasar las navidades en San Francisco. Y yo no me pude negar, eran como unos padres para mí.
Y daban unas fiestas de navidad inolvidables… y esa sería la más inolvidable para mí.
–– ¿No estarás planeando traer a uno de tus novios? ––Pregunté mientras desempacábamos, compartiría la antigua habitación de Maddy –– A tus padres les dará un soponcio.
Maddy me guiñó un ojo, haciéndose la misteriosa.
––Claro que planeo traer a mi novio.
––Oh diablos, ¿y cuántos años tiene este?
––Ummm… ––conto con los dedos–– No sé, aparenta treinta.
Yo me relajé.
––Bueno, eso no está mal.
––No. Y además porque es mayor que eso.
––Yo no sé qué les ves a los viejitos.
––Me resultan sexys, este es idéntico a Tom Cruise. Sus ojos, su sonrisa…
––Sin canas…
––Se las tiñe.
––A dios gracias.
––Y…
––Joder… no me gusta ese “Y”.
––Y… chan chan… traerá a un amigo que queremos presentarte ––Batió las manos y yo tuve deseos de huir de la ciudad––. Es extranjero y es muy, muy apuesto.
––Maddy, la verdad que no quiero estar con alguien, al menos no por ahora… soy un total desastre con los hombres. Yo creo que tengo una maldición encima.
––Tonterías, no tienes nada ––dijo agitando una mano descartando aquello que dije–– Solo que no has encontrado a uno con el signo ideal.
––Signo ideal…––resoplé–– Lees demasiados horóscopos en las revistas, Maddy.
––Yo pienso que esta noche los astros estarán de tu lado.
Resulto ser cierto, el novio de Maddy era muy parecido a Tom Cruise. Kevin miraba a mi amiga como un tonto enamorado y aparentaba 30 años lo que fue un alivio para mí. Los padres de Maddy se hubieran desmayado de ver a su hija junto a un hombre arrugado.
––Ya vendrá, está retrasado.
Yo mire a Maddy cuando Kevin hizo el comentario.
––El chico que queremos presentarte ––me explicó––. Ha llamado diciendo que está en camino.
Ya habíamos cenado y ahora todos bailaban en el gran salón de los Hamilton. Mire a los padres de Maddy, bailando tan amorosamente que desee tener eso algún día. Un hombre con quien compartir mi vida y envejecer juntos. Al ritmo que iba nunca sucedería. Ya me imaginaba vieja y sola sentada en un pórtico mirando el atardecer… triste verdad?
Entonces alguien tocó mi hombre, alejando esa imagen, y supe que era el chico que Maddy quería presentarme. Desde la pista de baile vi que mi amiga elevaba sus pulgares y Kevin asentía, sonriendo.
Me di la vuelta esperando… bueno no esperaba lo que vi en ese momento.
––Hola.
––No lo puedo creer… ––masculle paralizada. Él estaba ahí de pie ante mí y me parecía irreal.
––Yo tampoco puedo creerlo, han sido casi dos meses agonizantes para mí. Feliz navidad.
–– ¿Cómo me encontraste? ––después de la impresión inicial, mi furia comenzaba a hacer acto de presencia. Los recuerdos volvían vivazmente mientras lo observaba. Se había cortado el cabello y parecía más delgado de lo que recordaba. No quise notarlo pero estaba tan apuesto como siempre.
––No fue fácil encontrarte. Nadie quería decirme nada, me miraban como si fuera un asesino en serie. Hasta que logre hablar con Maddy y… ella se apiadó de mí.
Yo me moví para esquivarlo, quería marcharme, alejarme de él.
––No debiste buscarme. Vete.
––No ––él sonreía cuando me tomo de los brazos para detenerme––. Me costó encontrarte y ahora que lo hice no voy a soltarte jamás. No debiste huir de mí.
––Sí.
––No ––insistió––. Debimos aclarar las cosas… yo nunca sería capaz de engañarte con otra mujer ––me sacudió suavemente y me atrajo hacia su cuerpo––. Yo te amo como nunca ame a nadie.
––Te vi…
––Si… me viste… con mi hermana menor. Siempre me busca cuando tiene problemas con mi madrastra.
Yo sacudí la cabeza confundida.
––No…
––Puedes preguntarle a Maddy, cuando le conté todo… tuve que mostrarle evidencias. Ella conoció a Elizabeth.
Maddy lo había comprobado y yo confiaba ciegamente en mi amiga. Y no podía estar más estupefacta al saber la verdad… me sentía una completa idiota.
––Guy, yo lo siento tanto…
Guy tenía un brillo en los ojos que dio un vuelco al corazón. Me había buscado sin cesar, había sufrido por mi culpa y nunca había dejado de quererme cuando debería detestarme por desconfiar de él.
–– ¿No estarás planeando otra huida, no?
Yo negué con la cabeza y lo abracé.
––No… no lo hare. Estoy donde tengo que estar.
Escuche su risa y cuando sus fuertes brazos me estrecharon contra él supe que no me equivocada.
Después de tantos altibajos había encontrado a mi hombre ideal.
* Cristina Luna *
No hay comentarios:
Publicar un comentario
• Muchas gracias por tomarte tu tiempo y comentar •
¡Recordemos ser respetuosos unos de otros al momento de hacerlo!