El día de los muertos
Danzan los fantasmas en el cementerio silencioso.
Se mueven en círculos y resplandecen fulgurosos.
Son fuegos fatuos que se elevan desde las tumbas,
e iluminan la noche oscurecida por las penumbras.
Recorren el campo santo levantando muertos, que
abandonan sus restos desparramados en ataúdes, y
danzan bajo la inaudible música de invisibles laúdes.
El enterrador tiembla en su casilla y se persigna ante
la visión aterradora de las danzantes luces amarillas.
Esa noche todo lo que dormía a despierto, es la noche
del dos de noviembre, día de los muertos.
El espectro y el campo
El viento gime entre los pastizales resecos.
La noche se tiende sobre los campos amarillentos, y
Por el cielo oscuro y encapotado, viajan lentos nubarrones
Funestos, ocultando por completo el cielo estrellado.
Desde la profundidad de la noche haciende un espectro, y
Cruza por el campo cargado de soledad, avanzando con
Singular paso siniestro, acompañando a la tempestad que
Se a desatado. Aparece el relámpago y su claridad, iluminando
Por instantes la vastedad de la llanura, por donde el espectro
Sigue avanzando en procura de su pasado.
La visita
Me miro como lo hacía antes, con sus ojos
Empapados en bondad, y su bello rostro lleno
De luminosidad radiante, y sus blancos dientes
Asomaron entre los exuberantes labios rojos.
Se acercó y con gesto lento, posó su blanca mano
Sobre mi rostro, intenté eludir su caricia pero fue
En vano, y sentí el rose de sus dedos muertos.
La que amé y ya no existía fue a visitarme.
Parada junto a mi lecho, vio en mis ojeras de
Moribundo la cruel agonía, y decidió llevarme para
Estar por siempre juntos, y ser felices como lo fuimos
En este mundo.
Creí que en el fin de mis días me volvía a sonreír la suerte,
Pero luego vi la túnica negra, no era mi amada, solo
Era la muerte.
El guardián del bosque
En medio de un bosque grande y sombrío
Inundado por una niebla encantada, donde
No se oyen los cantares de las aves, se encuentra
La casa abandonada.
Las hiedras trepan por sus paredes agrietadas, y
Cuelgan sobre el techo como serpientes encumbradas
Al asecho.
Al descender la noche sobre aquel bosque lúgubre
Su niebla tétrica crece hasta que todo lo cubre, y
De la casa abandonada, surge un fantasma de silenciosas
Pisadas. Recorre lentamente los senderos, mirando todo
Con sus cuencas sin ojos, es la imagen de un esqueleto,
De lo que fue un hombre solo sus despojos.
Deambula por el bosque hasta la madrugada,
Luego vuelve a la casa abandonada, que no abandona.
- Autor: Jorge Leal
Que lindo Yoryi :) buenas poesias para Halloween ...Graciasss
ResponderEliminarMe gustaron las poesías ^^
ResponderEliminarBesos