Relato de Terror: Un día para Creer

domingo, 2 de noviembre de 2014



Un día para creer


¿Crees que esto es otra historia más de Halloween? Qué podrás salir inmune de esto pero lo que no sabes es que nadie se escapa de ellos, y mucho menos como eran antes. 

Te preguntaras a quién le hablo. Y si, es a ti, a vos que estas detrás de ese aparato tecnológico, sentado sobre tu lindo trasero, creyendo que esto es solo un relato más de Halloween.

Querido lector, cierra esta página y continúa con tu patética vida normal como lo vienes haciendo hasta ahora, porque de esto no hay vuelta atrás.

Porque una vez que ellos sepan que tenéis conocimiento sobre ellos vendrán a por ti, siempre lo hacen.


¡DESERTA!
 Y si aún no laz hecho y no piensas hacerlo…no digas que no te lo advertí.

Si solo por un momento sacases tus putos ojos del ordenador y del móvil y prestases atención al mundo que te rodeas quizás comenzarías a sentir eso que ahora mismo lo haces. Allí cómodamente sentando ¿no sientes que algo frio te sube por la pierna derecha? Lentamente…dedos, tobillo y continua el recorrido.

Yo te aconsejo: levanta las piernas, nunca sabes que podría haber debajo tuyo y cuando duermas escóndelos, porque cuando creas que estas soñando será una mano la que se te prenda, una mano que en algún momento fue inocente pero hoy vaga buscando venganza. Nunca podrás soltarte de su agarre.

Tal vez ahora que estas prestando debido atención escuches la respiración entrecortada en tu oído que siempre te acompaña, si volteas lo suficientemente podrías llegar a ver los ojos de tu eterno compañero. ¿Todavía crees que esto no es cierto? Mira a tu derecha, ahí esta…escondido de ti, quizás detrás de ti ó atrás de un mueble, podría ser esa sombra que tiene forma rara o ese ruido que escuchaste a lo lejos pero dentro de tu hogar. No importa lo que hagas, solo no lo mires directamente porque podrías ver algo que no quieres.

¿Escuchas los ruidos? Esos que siempre creíste que era simplemente por el calor del sol y por alguien más andaba en la casa. Escucha los pasos, las cosas que se mueven, los pequeños ruiditos y las puertas cerrarse sin que nadie lo haga. Ellos están ahí, en todos lados… 

Aún así querido lector, esta no es tu historia y de cómo no eres capaz de ver lo que te rodea. Esta historia es de ella.



31 de octubre de 2013

Uno. Dos. Tres. Tu respiración es pesada. Sigues corriendo, quizás si no te detienes nada te alcanzara.

Estas perdida y no sabes hacia donde te diriges pero sigues corriendo, escuchando las cosas moverse. Ellos andan por ahí pero todavía no te detectan, no te notan.

Entras en una habitación totalmente oscura, buscas a tienta la luz pasando tus manos por todos los bordes de la pared o lo que se supone es la pared, tocas algo pegajoso pero sigues buscando hasta que lo encuentras.

Es horrible cuando se enciende la luz, ya que te das cuenta del lugar donde estas. Es una habitación en donde las paredes están totalmente acolchonadas. Hay sangre por todas partes y no hay una sola salida ni abertura aparte de aquella por la cual entraste. Nada, adentro es solo colchón y sangre.

Tu respiración se vuelve aún más pesada y rápida, puedes escucharte inhalar aire y luego soltarlo, hasta que quedas paralizada por el terror de lo que escuchas. Es un grito desgarrador de una mujer, mitad grito mitad llanto. De pronto tu única urgencia es salir de ese lugar donde estás. No quieres saber que hacían en ese lugar a los seres vivos pero estas segura de que eran cosas escalofriantes, tan segura como que si uno de ellos te atrapase ahí dentro te haría exactamente lo mismo.

Huyes por la misma y única puerta que hay. Chocas con algo, no importa, solo sigues corriendo. Escuchas los latidos de tu corazón, pareciese que suenan mas fuerte de lo que podría ser posible, como si estuviesen diciendo “vengan, encuéntrenme” o quizás como si fuesen el censor que detecta la perdición que se aproxima.

Ellos están mal, están rotos.

Andas. Hay algo a tu costado, volteas pero ya se ha ido solo llegas a escuchar la risa de una mujer y de otra que la acompaña. No se detienen solo siguen riendo. Estas tentada a reír con ellas pero sabes que si lo haces algo dentro tuyo cambiaria.

Ríen, ríen, ríen, no paran de reír. ¿Están a tu derecha o están detrás? Te han visto. Estas tan seguro como los latidos de tu corazón que marchan a toda velocidad ahora misma, como el pánico que recorre tu cuerpo y la adrenalina que te da fuerzas para seguir.

Te están llamando, te dicen que vayas a su encuentro. Tienen una dulce voz y realmente, por un momento, quieres ir.

Pero te das cuenta a tiempo que no es a ti a quien llaman, sino a esa dulce niña que va riendo hacia ellos. Quieres salvarla, verdaderamente quieres hacerlo pero una de las mujeres que antes reía ahora grita desesperada que no vaya la nena y vos no podes hacer nada, estas paralizada… ya es tarde. Escuchas ruido de puertas cerrarse, cosas cayendo hasta que aparece algo que en algún momento fue humano. Un hombre corriendo y riendo, salpicando saliva hacia todos lados con una mirada lasciva y desequilibrada, que a si como aparece en tu campo de visión así de rápido desaparece pero esta vez lo hace llevándose a la niña directamente a la habitación de donde acabaste de salir.

Escuchas el llanto de la nena… es desgarrador, lastimero; en el único momento que dejar de llorar es cuando grita pidiendo ayuda.

Oyes los ruidos de ropas, un gruñido que crees que es de esa cosa que se la llevo y la puerta cerrándose. Ya no se escucha nada más ni un solo sonido.

Te encuentras totalmente suspendida, tu cuerpo no responde a tus demandas. Solamente puedes mirar hacia la puerta y las sombras que hay debajo de ellas, los movimientos raros que hacen y no logras hacer nada más que eso.

Las mismas señoras que antes reían continúan con su rutina de reír, escuchas sus carcajadas… para ellas nada ha pasado.

No tienes la menor idea de porque pero la puerta se abre apenas un poquito y todos los ruidos que hubieses preferido no escuchar nunca salen directamente hacia tus oídos.

La nena aun esta con vida pero llora, es un llanto de pena y de dolor; escuchas su voz rota, su inocencia que en parte se ha ido pero que en otra permanece y sabes que esas palabras que salen de su boca quedaran marcadas a fuego en ti: “Mami…mami ven”. El llanto se entrecorta con las suplicas y las suplicas se entrecortan con los ruidos que hace el hombre, se vuelve un circulo vicioso.

Intentas irte, alejarte de todo aquello pero solo llegas a la habitación de a lado que esta llena de camas con herrumbre, una ventana blanca con los vidrios rotos y un cielo de fondo de color gris, allí hay otra mujer sentada en uno de los hierros de la cama, tiene el cuello torcido y esta mirando directamente a la pared.

Te quedas exactamente ahí, sin hacer el menor sonido, intentando no llamar la atención de esa cosa y casi, casi lo logras, hasta que sientes algo en la pierna. Es un roce, muy leve pero lo es. Esta ahí. Si solo volteas tu cabeza podrías ver que es lo que esta debajo tuyo. Lo estas sintiendo ahora mismo, en tu pierna derecha, una mano fría, húmeda y…pequeña. Están jugando contigo, cierras los ojos y solo piensas en que eso desaparezca y te convences de que no hay nada, que es solo tu imaginación.

Lo crees, pero no lo puedes evitar, siempre vas a mirar.

Es la nena…o lo que sea que haya quedado de ella. Aún sigue llorando pero su llanto no es igual, sus cuerdas vocales han sido maltratas pero no se cansa de suplicar. Suplicar por su madre.

Es en ese momento en donde te das cuenta que todas tus pesadillas se han vuelto realidad en una sola porque sabes por los ruidos de cosas cayendo, que detrás de esa niña aun sigue esa cosa abominable; y aún peor porque la madre de esa niña era la mujer que estaba en esa habitación.

Lo que sea que haya sido antes esa mujer ya no lo es más, ahora solo es un ente sin razonamiento alguno. Un ente que te mira con todo el odio del mundo posible.

No importa lo que hagas solo tienes que correr y no detenerte, porque si antes no te veían ahora si lo hacen. Cruzas por muchas habitaciones, algunas llenas de camas como la anterior que conociste, otras que en algún momento fueron baños con piletas y vidrios rotos. Sigues adelante, no sabes si vas en círculo o si lo haces en un trayecto reto pero estas segura de que ese lugar parece interminable. No hay salida. Solo hay más risas, pasos y hasta un poco de música a lo lejos.

Pero si solamente fuese eso lo que escuchases no seguirías marchando sin pausa alguna a recuperar las fuerzas, porque aparte de los sonidos anteriores y del ruido que hace tu corazón latiendo dentro tuyo y tus respiración agitada, se escucha que no eres las única que corres, detrás de ti están ellos dos y vaya uno a saber cuantos más se la han unido. Eres la presa, el juguete que han elegido para pasar el tiempo por un rato.

Avanzas cuanto puedas en una carrera de vida o muerte, pero cada átomo de tu cuerpo pareciese que tuvieran una actitud suicida pues con cada paso que das para seguir adelante ellos se rebelan provocándote dolor del esfuerzo que haces.

Te detienes y te acuclillas detrás de un mueble ¿Dónde estas? Estas en el único lugar del cual aparentemente no puedes escapar.

Uno. Dos. Tres. Respiras lentamente o intentas hacerlo. Contienes la respiración. Porque si solo haces un ruido, si solo largas el aire mas fuerte de lo que deberías hacer, sabrán donde estas.

Vuelves a escuchar el quejido de la nena pero ahora esta acompañado por el de la madre rota. Están cerca, lo suficientemente como para poder escucharlos.

Sigues respirando lentamente, intentas que no te noten, pasar desapercibidas pero en estas historias las cosas nunca son tan fáciles.

Momentáneamente todo ha quedado en un silencio sepulcral, la nena ya no llora y los ruidos se han detenido.

Te arrinconas más cerca del mueble y quizás ese fue tu error porque después de eso tienes una mano en tus cabellos, unas uñas clavándose y mintiéndose en uno de tus brazos, sientes y miras un par de ojos que observan directamente hacia los tuyos.


Haz cavado tu muerte. Haz puesto tu nombre en él.

Porque ahora ellos saben que tus ojos son distintos, que no perteneces a su clan.


Pataleas, gritas y te retuerces. Pierdes un mechón de cabello en la lucha pero no es nada comparado a perder tu vida así que cuando logras liberarte apenas un poquito te pones en movimiento y haces lo único que puede llegar a salvarte ¡¡corres!! Aunque tu cuerpo se rehúse. ¡¡maldita sea!! Vives y eso es suficiente para que sigas en movimiento…aunque sea por el momento.

Miras para todos lados, te estas volviendo paranoica. Pero es que tienes la total seguridad de que están buscándote.

Sientes una respiración pútrida en tu mejilla y hay uno de ellos, tan cerca que puedes oler y ver los restos de piel en sus dientes ¿serán suyas? ¿O de alguien mas? Si no lo miras a los ojos directamente no podrá detectarte, así que sigues mirando sus dientes que son los suficientemente asquerosos para no querer mirar a sus ojos. Pero cometes un error…el de mirar abajo y esa cosa esta desnudo. Su cuerpo esta lleno de heridas nuevas y viejas, pero lo peor de todo es que tiene huecos con llagas alrededor de esos cráteres llenos de pus y bichos…moscas…metiéndose dentro de los huecos. 

Hay algo que tienes que saber querido lector, antes de continuar con mi relato, esas personas no están muertas ni lo han estado en ningún momento. Están vivas, tan vivas como tu y yo juntas. 

Sientes la urgente necesidad de tocarte el cuerpo, solo quieres comprobar que no hay nada saliendo y metiéndose dentro tuyo, que no tienes la piel como un panel de abejas.

Apartas los ojos del cuerpo de esa cosa, antes de que no sea capaz de soportar las nausees que esta subiendo a través de ti.

Te alejas muy lentamente y miras a tu alrededor, ahora estas en una cocina en donde hay restos de comida y otras cosas que no quiero saber que son.

Lo que mas abunda es la carne pútrida y te da miedo a saber la razón por la cual hay más de eso que de cualquier otra cosa.

Te recuestas. Crees que si te tranquilizas lo suficiente podrás despertar de esta pesadilla.

Pero solo logras empeorar las cosas, como lo haz hecho hasta ahora, pues metes la mano en un lugar donde no deberías haberlo hecho ya que ahí hay un pedaso de piel que estas segura no es de un animal. Aún esta húmeda y tibia.

Te refriegas la mano por la ropa intentando limpiar la sangre que hay en ti y te muerdes el brazo para no gritar de frustración, de miedo y de odio, porque aún no sabes cuál es el motivo por el cuál estas acá.

Te sientes dolida, traicionada, pues un día vivías tu vida tranquilamente y al otro apareces en este lugar perdido.

No quieres pensar así que haces lo que vienes haciendo hasta este momento: Corres sin rumbo alguno, chocando entes, cosas y todo lo que hay en el camino. Algo dentro de ti se enciende, ya que ves que al final del camino hay suficiente luz como para que sea del exterior.

Te diriges directo a las puertas y sales victoriosa pues haz logrado escapar de donde sea que hayas estado. Das grandes bocanadas de aire intentando recuperar el aliento. Cuando logras hacerlo levantas la vista y el mundo cae a tus pies.

Rejas, tejidos, alambras de púas tan altos como tres de esos seres que están persiguiéndote. Miras totalmente anonadada la cantidad de trabas que hay para salir, los trozos de carne, una mano y todos los retasos de aquellos que intentaron salir.

Ahora estas segura.

No hay retorno.

Nunca lo hubo.

Por más que corras lo que corras, ellos siempre te atraparan.

Te caes y quedas en esa posición, tienes sangre en la pierna de una pequeña que se sujeto a ti suplicando por su madre, tienes más sangre en tu brazo de una cosa humana que introdujo sus uñas en el, te faltan cabellos, te duele el cuerpo y estas terriblemente cansada de correr. 

… 

Nada.


Te quedas en blanco.


No sabes a donde ir, solo sabes que cada paso que hagas te dirige a tu muerte y vuelven las mismas preguntas que te estaban atormentando ¿están a tu izquierda? ¿o están a tu derecha? Esta vez sabes la respuesta…están en todos lados. 

No hay escapatorias. Sientes el frío, la podredumbre y la locura. 

Están rodeándote, tienen la mirada tan perdida como pronto tú tendrás la tuya. Uno grita victorioso o eso quieres creer. Es más bien un grito de desesperación mezclado con alegría, si es que ellos pueden sentir eso. 

Los miras pero sin mirar, como ellos hacen contigo. Te pesa el cuello así que solo lo dejas caer para el costado. 

Todo esta oscuro por más que estés a la intemperie porque tu mente se ha perdido y solo estas tú y ellos.


Es ahí donde sucede…


…tu mente se quiebra.

No hay lugar donde te puedas esconder. Tu último pensamiento racional…es por tu hija y lloras por tu cobardía, por tu bajeza.


Eso es lo que logra quebrarte completamente. Romperte en miles de pedazos.


Ahora ya es la locura la que ilumina tus ojos y la cordura se ha ido.


Escuchas gritos. Gritos lastimeros de otros tantos que como tú han caído antes, ahora, o más tarde, todos terminan cayendo. Gritos que jamás pudiste creer que salieran de una persona y hoy sale de ti misma.


Ahora corres otra vez. Pero ya no corres de ellos sino con ellos. Ahora ya no esta más oscuro, se hizo claro y hasta puedes ver como ellos.


Chocas con uno de los tuyos y sale sangre por el golpe. Se escucha una risa desequilibrada y te unes a ella. Te ríes. Gritas. Balanceándote para atrás y para adelante. Durante un tiempo interminable.


Escuchas un chirrido, una suplica. Pero no te importa. Solo sigues riéndote….


Chocas el alambrado pero esta vez ya no con intención de salir sino solamente para chocarlo, una y otra vez. Tu cabeza rebota contra el cartel que esta ubicado ahí.


Ya no lo puedes leer.Si lo hubieses hecho antes, hubieses sabido donde estabas y los motivos de aquellos quienes te trajeron ahí:

“Valencia - Cheste - Manicomio abandonado desde 1972”
  
Fin…


Lector, desde un principio te dije que esta no era una historia más, no es un relato de la invención de una simple mente imaginativa. Es una historia basada en la realidad…Y si aún no logras creerme, veras como en uno de esos aparatos tecnológicos tuyos que tanto idolatras podrás encontrar que no estoy mintiéndote.

Recuerda: Valencia – Cheste – Manicomio. Un psiquitrico cerrado con personas desequilibradas que quedaron a su suerte y que después del maltrato vivido dentro de esas paredes no fueron capaces de irse de ahí y mucho menos de vivir de una manera distinta a la que todos esos últimos años le estuvieron obligando a vivir. 

Mi amigo lector, quizás te preguntes por el ultimo pensamiento racional de nuestra protagonista y yo contestare tu duda con otra pregunta: 

¿Por qué una pequeña que ruega por su madre se sujetaría de una pierna que no es la de ella?




No te acerques.

No lo visites.

No quieres escuchar los lamentos que aún se escuchan en esos pasillos.


Relato de Vaani Bs ;)

3 comentarios:

  1. Bastante bien!, me dejaste bastante paranóica!!. Sólo un detalle: hay algunos errores de tipeo. Y un consejo: a mi parecer no queda bien este tipo de mezclas: "ERES la presa, te persiguen a VOS" creo que queda mejor: "SOS la presa, te persiguen a VOS" o "ERES... a TI".
    Pero sinceramente es un buen relato!!.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Ale por los consejos, lo había escrito el año pasado y lo subí sin releer :s así que se me habrán pasado algunas cosas.
      Me alego que aun así te haya gustado un poco.

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar

• Muchas gracias por tomarte tu tiempo y comentar •
¡Recordemos ser respetuosos unos de otros al momento de hacerlo!

"Todo el material del blog se encuentra disponible en la biblioteca, los links caídos no son repuestos ni se envía nada por e-mail".